En el día a día de cualquier organización, muchas decisiones se toman en grupo. Sin embargo, no siempre lo que se decide colectivamente es lo más acertado. La presión social, un fenómeno ampliamente estudiado en la psicología social, puede influir silenciosamente en nuestras decisiones, llevándonos a conformarnos con la mayoría, incluso cuando percibimos que está equivocada. Entender cómo funciona este mecanismo en contextos cotidianos, especialmente en el entorno profesional, es clave para construir culturas más libres, críticas y responsables.
Uno de los experimentos más conocidos en psicología social es el de Solomon Asch, que demuestra cómo las normas sociales pueden influir en nuestras decisiones, incluso cuando sabemos que el grupo está equivocado.
¿Qué ocurrió en el experimento del ascensor?
En una versión conocida del experimento, varios cómplices del investigador entraban a un ascensor junto al participante real. Todos los cómplices, en lugar de mirar hacia la puerta, se giraban y miraban hacia una esquina. El participante, al ver ese comportamiento colectivo, también acababa imitándolo, aunque no tuviera sentido.
Este pequeño gesto muestra con claridad el poder que puede tener el grupo sobre la conducta individual. No se trata de lógica, sino de adaptación social. En situaciones ambiguas, nos guiamos por lo que hacen los demás, incluso si eso contradice nuestro criterio.
¿Y si lo que está en juego es una decisión importante?
En la versión más formal del experimento, Asch reunió a grupos de ocho personas. Solo una era realmente participante. Se les mostraban dos tarjetas: una con una línea y otra con tres líneas de diferentes longitudes. Debían elegir cuál de las tres coincidía con la primera.
Los cómplices del investigador, instruidos para dar respuestas erróneas, respondían primero. El objetivo era observar si el participante real se mantenía en su criterio o se adaptaba a la respuesta del grupo.
Los resultados fueron claros: alrededor del 75 % de los participantes dio al menos una respuesta incorrecta, a pesar de saber que era equivocada. Un 37 % se dejó influir de forma reiterada por la presión del grupo.
Este experimento ha sido replicado en distintos contextos culturales y generaciones, y los resultados tienden a mantenerse: la conformidad es una constante humana, aunque sus formas cambien.
Aplicación al entorno profesional
Este fenómeno no se limita a los laboratorios. También ocurre en entornos de trabajo. La presión social en las organizaciones adopta formas más sutiles, pero igual de efectivas.
Por ejemplo:
- En reuniones donde todos asienten ante una propuesta, aunque nadie esté realmente convencido.
- Cuando se evita cuestionar decisiones del liderazgo por miedo a parecer problemático.
- Cuando las personas se limitan a repetir lo que ya se ha dicho para no destacar ni incomodar.
En el mundo profesional, la conformidad puede disfrazarse de alineamiento, eficiencia o trabajo en equipo, aunque en realidad esté frenando la crítica constructiva y la toma de decisiones informada. La presión por no desentonar puede llevar a la autocensura, a la pasividad o incluso a decisiones de grupo poco éticas o ineficaces.
Lecciones clave
El experimento de Asch nos recuerda que el deseo de encajar y evitar el conflicto puede tener más peso que el juicio propio. En contextos laborales, esto puede traducirse en errores estratégicos, falta de innovación o silencios incómodos frente a problemas evidentes.
Cómo reducir este efecto en organizaciones
- Promover una cultura donde disentir no se penalice, sino que se valore como parte del pensamiento crítico.
- Establecer dinámicas en las reuniones que den espacio a todas las voces, no solo a las más visibles.
- Validar públicamente las opiniones divergentes, aunque no se compartan.
- Separar el momento de discusión del de decisión, para evitar presiones de grupo inmediatas.
Reflexión final
El experimento de Asch sigue siendo actual porque nos invita a revisar cómo tomamos decisiones en grupo. ¿Tomamos realmente la mejor decisión o simplemente la más cómoda?
¿Te has encontrado con situaciones así en tu entorno profesional? Me encantaría conocer tu experiencia. Puedes escribirme desde el formulario de contacto: