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La influencia del grupo

La influencia del grupo en la conducta: roles, poder y comportamiento colectivo

El comportamiento individual no ocurre en el vacío. Está moldeado, condicionado e incluso transformado por el contexto social en el que se produce. En especial, los grupos tienen un impacto profundo en cómo actuamos, decidimos y nos posicionamos. Esta interacción entre lo individual y lo colectivo es una de las claves para comprender tanto las dinámicas sociales como las organizacionales.

Un caso emblemático que ilustra esta relación es el experimento de la Prisión de Stanford, llevado a cabo en 1971 por el psicólogo social Philip Zimbardo. Aunque ha sido ampliamente debatido por sus implicaciones éticas, este estudio sigue siendo una fuente de reflexión potente sobre cómo los roles sociales y las expectativas colectivas pueden alterar la conducta humana en muy poco tiempo.

El experimento: cuando el rol supera a la persona

Zimbardo reclutó a un grupo de estudiantes universitarios para participar en una simulación de prisión. Los participantes fueron asignados aleatoriamente al rol de «guardias» o «prisioneros», y se les pidió que actuaran en consecuencia durante dos semanas. El experimento, sin embargo, fue interrumpido a los seis días debido a la escalada de comportamientos abusivos, humillantes y peligrosos por parte de los guardias, así como al deterioro emocional y físico de los prisioneros.

Lo más impactante no fue solo la brutalidad observada, sino la rapidez con la que los participantes asumieron sus roles hasta el punto de interiorizarlos, olvidando que estaban actuando dentro de una simulación. El experimento mostró cómo el contexto y las expectativas sociales pueden transformar la percepción y conducta de personas completamente normales.

Lo individual se diluye en lo colectivo

El comportamiento de los «guardias» y los «prisioneros» no puede explicarse únicamente desde lo individual. Lo que emergió fue un sistema, una dinámica grupal alimentada por símbolos de poder, normas implícitas, presión social y ausencia de límites externos.

Este tipo de fenómeno se observa también en ambientes profesionales:

  • Cuando un rol jerárquico concede poder informal que se convierte en control o abuso.
  • Cuando las personas dejan de actuar por principios y lo hacen “porque es lo que se espera del puesto”.
  • Cuando las dinámicas de grupo justifican comportamientos que individualmente no se sostendrían.

Aplicación al mundo organizacional

Las empresas, los equipos y los proyectos son microsistemas sociales donde las personas ocupan roles explícitos (puestos) e implícitos (figuras de influencia, referentes informales, etc.). En estos espacios, es frecuente que el grupo ejerza una presión que modifique la conducta individual, especialmente cuando hay dinámicas de poder poco revisadas.

El experimento de Stanford nos alerta de varios riesgos:

  • La naturalización del abuso de poder cuando no se establecen límites o códigos éticos claros.
  • La despersonalización del otro cuando se aplican etiquetas (cliente difícil, trabajador conflictivo, etc.).
  • La delegación moral: nadie se responsabiliza porque todos siguen “lo que toca”.

Estas dinámicas no son ficción. Se dan en ambientes reales donde la cultura corporativa se convierte en una fuerza de inercia difícil de cuestionar si no se promueve la conciencia crítica.

¿Qué hacer con este conocimiento?

Si entendemos que el entorno puede amplificar o neutralizar comportamientos, debemos intervenir sobre él. Algunas líneas de actuación posibles:

  • Diseñar culturas laborales conscientes, donde se hable abiertamente del rol, el poder y la responsabilidad.
  • Formar en pensamiento crítico y ética organizacional, no solo en habilidades técnicas.
  • Observar los sistemas, no solo los individuos. El problema rara vez es una “manzana podrida”; muchas veces es el cesto.

Reflexión final

La influencia del grupo sobre la conducta individual no es ni buena ni mala en sí misma. Todo depende de cómo se construyan los marcos de relación, las expectativas y los límites. Lo que el experimento de Stanford nos recuerda, décadas después, es que nadie está exento de la influencia del rol o del grupo. Por eso, cuestionar el contexto es parte fundamental del cambio.

¿Te has encontrado en situaciones donde tu rol o el de otros alteraba visiblemente la forma de actuar? Si te apetece compartir tu experiencia, puedes escribirme desde el formulario de contacto: